Crítica de Arte - Ernesto García Peña



Si se pudiera hablar de poesía de amor en la pintura, habría que hablar entonces de un poeta: Ernesto García Peña. Fuerza y delicadeza, audacia y sosiego, se funden en sus lienzos y nos arrastran a los espacios más sutiles de la condición humana. Sus obras delatan, a través de los cuerpos desnudos, su pasión por la vida.

-Traslúcidos deseos, tu más reciente exposición en la Galería La Acacia, denota un cambio, una evolución en tu manera de expresarte. ¿A qué se debe esto?

-Se debe a mi dedicación, al interés por reflejar mis ideas a través del trabajo, al estudio, a la pasión... Pintar es mi máxima prioridad, mi mayor felicidad, mi penitente preocupación, la causante de mis mayores alegrías, y también, de mis mayores dolores. A veces pintar me deteriora, pero no podría vivir sin pintar. Todo lo que he aprendido y aprendo lo pongo en función de la creación artística. Así surgen los cambios, giran los matices, se mueven las texturas, se reinventan los colores, se movilizan las composiciones, y surgen nuevos géneros a través de una relación en movimiento con otras manifestaciones del arte.

"Traslúcidos deseos" fue mi quinta exposición personal en la galería "La Acacia". Y ha sido para mí un proyecto artístico ambicioso, pues se trata de una galería inmensa. Ocupar sus tres salas con obras de los últimos dos años, fue todo un reto. La conformaron esencialmente pinturas sobre lienzo, aunque también hubo dibujos sobre cartulina. 57 obras en total. Quienes me honraron con su visita, habrán podido constatar mis intenciones. Yo procuré la coherencia, el diálogo obligado entre las obras. Fue una selección que realicé conjuntamente con la dirección y los especialistas de la galería, con la asistencia de excelentes críticos y conocedores de arte de Génesis, la UNEAC, el Centro Wilfredo Lam y el Fondo Cubano de Bienes Culturales. Sin olvidar la necesaria confrontación con amigos y colegas.

-¿Qué maestros del arte cubano y del arte universal han influido más en tu obra?

-Todos influyen, especialmente los que ya han sido reconocidos como maestros por su calidad probada a través del tiempo; pero todo influye, lo que te gusta y lo que no te gusta, lo que te hace bien o te hace mal. Lo horrible; lo desagradable; lo feo; lo manido; o sus También la educación social o filial; la capacidad individual, las virtudes personales, el don. Admiro a infinidad de artistas; especialmente a los que iniciaron lo que se ha llamado la Vanguardia cubana liderada por Victor Manuel, Abela y Carlos Enríquez; y a los imprescindibles de otros países, como El Bosco, Rodin, Gustav Klim, Monet, Van Goth, Dali, Picasso, Duchamp, Miró, Klee, Bacon, además de la pintura japonesa contemporánea y la gráfica polaca. Creo que las influencias más fuertes proceden a veces de otras manifestaciones, géneros o actividades muy diferentes a las que uno elige para expresarse: la música, el arte escénico, el cine, la ciencia, o sencillamente, nuestra relación con la familia, los amigos, nuestros amores, y hasta las tragedias humanas.

-El erotismo sigue siendo la principal motivación de tu obra. ¿Asumirás otras temáticas o esta te acompañará toda la vida?

-Mi necesidad de amar y ser amado, es y será siempre la protagonista de mis obras. Es un gran tema que expreso de variadas formas; pero te confieso que no sé cómo se comportará todo eso: su espíritu, su atmósfera, sus géneros, sus variantes. No me intereso por lo falso, la moda obligada, el engaño, la vulgaridad; aspiro a ofrecer a los receptores de mi obra, la oportunidad de alimentar la generosidad de la vida.

Roberto Chile

_______________________________________________________________________________________

Ernesto García Peña: Ni más ni menos...
Virginia Alberdi

Para estar a tono con los tiempos, puedo decir que estamos frente a un mundo élfico, porque la creación de Ernesto García Peña, armónica y refinada, logra la visión de esos sueños hermosos, que ansiamos repetir o recordar.
Estas obras, las más recientes del incansable creador, de dibujo impecable y armónico que unido a su hábil manejo del color, presente en las densidades cromáticas en maridaje con sutiles transparencias para lograr un efecto de
cómplice iluminación sobre la tela, mantienen la unidad identitaria del artista y complementa sus anteriores creaciones.
En este conjunto de doce telas de diferentes dimensiones, el pintor ha apresado aspectos fundamentales de su producción que enriquece con algún que otro elemento novedoso, evidenciador del desarrollo en su creación pictórica.
Un lirismo sutil, poblado de claves que llevan de una tierna contemplación a un erotismo desbordante, todo en perfecta concordancia, apacible y voluptuoso, como un amante exquisito.
No solo por "la importancia de llamarse Ernesto", ha logrado reconocimiento, admiración y respeto a su obra, es por la constancia en el trabajo, su exquisita sensibilidad y ese amor a la humanidad que se expresa en imágenes que en
tiempos de realidades ingratas, llegan como un esperanzador canto de paz y vida.

Palabras en la inauguración de la muestra "Ni más ni menos..." en el Consejo Nacional de las Artes
Plásticas el 8 de enero del 2004

________________________________________________________________________________________

UNA PINTURA QUE SE DESNUDA PARA DEJAR VER EL ALMA DE SU DIBUJO:

Ernesto García Peña, ¿pintura o dibujo?


Ernesto García Peña se declara "pintor a ultranza", enarbolando al color como punta de lanza de las necesidades suyas, pensadas -incluso- desde esa "visión de masas" (como definiera Heinrich Wölfflin a "lo pictórico", en los "Conceptos fundamentales en la historia del arte") aparecidas mucho antes de enfrentar las superficies de los soportes que se someterán a conllevar las cargas de las líneas que estructurarán los bordesen esa "visión a lo largo de las lindes" (como también afirmara el investigador alemán refiriéndose a "lo lineal") de su exquisito dibujo. Y aquí, entonces, la diatriba establecida entre el artista y ese destinatario acucioso que hará cuentas de semejante dominio para declararlo, quizás mejor, como un dibujante hasta las máximas consecuencias, amén de las personales confesiones...

García Peña es de esos creadores que ciertamente piensa el color, no quiero contradecirlo: sus tránsitos de las gamas de apastelados acrílicos o de las tenues aguadas de sus tintas dentro de las exquisitas poéticas de su sensual o erótica dramaturgia de superposiciones en las inimaginadas transparencias, así lo han demostrado. Su color es un color a propósito, sin intrusismos, venido a bien como elemento ideal para semejante oratoria e, incluso, en aquel momento cuando decidió cambios o rompimientos en su paleta, en lo que debemos recordar su muestra TRASLÚCIDOS DESEOS, exhibida en la Galería La Acacia en el año 2011, en la que este tan complejo concepto de la visualidad pictórica se quiso ganar los roles protagónicos al hacerse más enérgico, tal vez; estridente,sin incoherencias; fauvistas, quizás, para soportar la esplendidez de su dibujo, nuevamente sensual, aunque en grado de desenfadada audacia en eso de los escorzos propios o las inesperadas colocaciones dentro de aquellas reglas de las acostumbradas composiciones reposadas, equilibradas, apacibles, aún hacia los lados donde casi siempre uno no mira.

Amén de las "masas" y los "bordes", siempre será el dibujo queriéndole ganar el terreno al color (o la pintura que pierde fuerzas ante la poderosa línea), ese color que más bien le sirve de escenario en la edificación de atmósferas fantásticas, no obstante la aparición de las nuevas ópticas condicionadas por su ingenio. Será el dibujo la pauta esencialque caracterizará el contenido temático, aunque se trate de un artista que bien sepa dirigir el color hacia donde tiene que ir, hacia donde deba entrar o salir y, en esto, el también sagaz propósito que abre las puertas de los valores aplicados, esa luz que comenzará a ponderar la línea o permitirá vislumbrar, aún más, las imágenes como un ensamble pictórico, esa luz que ahora gana planos estelares en EL ALMA DESNUDA, una exposición que él mismo se regala por sus no sospechados sesenta y cinco años de vida...

Los lienzos de Ernesto García Peña se iluminan, otra vez, pero ésta para dejar penetrar a un aparente blanco de total acaparamiento de las dimensiones pictóricas, elemento de sutilezas, casi imperceptible, que la realidad denuncia en "matizados" fondos que habrá que bien ver. Y, en esto, el rompimiento que se emplaza como reto personal: así el dibujo, sin intermediarios (como también lo demuestra ese conjunto de casi una treintena de pequeños formatos), que se emplazará como rutilante estrella en cualquier escenario o en ese espacio que dejó ver la muestra por primera vez, la Galería de la Biblioteca Pública "Rubén Martínez Villena", frente a la habanera Plaza de Armas.

Por vez primera, también, el instrumento musical en su obra, bien sea el evidente piano o un antojado violoncelo con insinuada forma de mujer; igualmente, el discurso taurino, como lúdica lid en eso de las aportaciones de inteligente erotismo amoroso; o el elemento floral que se yergue rosa nacida en tierra de viriles fertilidades, los que se convierten ahora en los nuevos derroteros que bien apura el dibujo que sus manos y mente dominan: metáfora y tropo en una visual de estremecedor lirismo que defiende el trazo de una línea sin titubeos.

Eso es; García Peña podrá decir que él mejor pinta que dibuja, aunque yo siga insistiendo en calificarlo como el extraordinario delineante que pinta el deslumbrante color de las sensualidades, desde las infinitas ternuras y desde esa intensa pasión que hacen descubrir -en las desnudeces- el alma de sus dibujos.

Antonio Fernández Seoane.

La Habana, marzo de 2014.

____Un saludo para todos los presentes, y en especial para Ernesto García Peña,
uno de nuestros más queridos y admirados amigos.
Hace varios meses hablamos de la posibilidad de hacer esta exposición, en la
cual está, a mi juicio, lo esencial y el hilo conductor de la inspiración poética
de su obra artística.
Hay tres elementos aquí que son esenciales: el primero es el erotismo, como
parte de la realidad, de nuestra forma de ser. Está en la voluptuosidad de la
naturaleza, en la relación del archipiélago con el mar, en la furia del huracán y
la palma, cantado por Sindo en uno de sus más bellos poemas musicales.
Está, además, en la naturaleza misma del ser humano, hombre y mujer.
Esta exposición es muy importante para él porque ha hecho lo que ha
querido. Está despojada del color que habitualmente ha sido su método para
lograr en nosotros esa emoción imborrable y ha ido a mostrar lo fundamental.
Primero, un gran dibujante como es Ernesto, que puede hacer lo que quiere y
eso es un don. Los dones no se esconden, los dones hay que llevarlos
adelante. Aquí hay muchos pintores, críticos, saben lo que eso significa. El
don viene acompañado de algo que no se puede buscar y no generalmente
puede hallarse, que es la inspiración.
Lo primero, antes de explicar nada, es el sentimiento. El sentimiento precede
al conocimiento y para poder entender los sentimientos hay que conocer a
este artista. Ese artista solo que sigue creando a través de su ventana,
mirándose en el espejo de sí mismo. No hay aquí ninguna emoción insincera,
no hay nada, perdóneme, que no se haya vivido intensamente.
Vienen al mismo tiempo el retrato y el culto de la belleza que es tan
indispensable para la vida, que hizo exclamar a aquel gran poeta Vinicius de
Moraes: «Las muy feas que me perdonen...». Aquí está el elogio de la
hermosura. Lo que ocurre es que eso tiene una repuesta razonable, y es que
la belleza es siempre una relación misteriosa entre el amador y el objeto
amado. Por tanto, no hay cánones. No hay nada establecido. No hay nada
que pueda decirse, es esto.
Dulce María, eximia poeta cubana decía, hablando de la Isla y de sus gentes,
y lo recordaba hace un momento dialogando con una joven, que tenía el
misterio de los que vinieron del país del loto. Ernesto también. Es evidente.
En su obra hay ese refinamiento oriental, ese gozo de la hermosura, esa
recreación en lo que soñamos más que en lo que podemos hacer. Sobre todo
cuando comienza sobre nosotros el crudo invierno. Por eso un momento
antes yo recorrí la muestra, fui mirando una por una las obras, y llegué a la
última. Los convido a verla. Me causó cierto espanto porque es una especie
de espejo que había levantado el artista, como un regalo mágico a mi interés
por las cosas.
-¿Cómo se llama Ernesto? El último canto de la bestia, donde aparece ese
macho cabrío con su cabeza inclinada ante la divina hermosura, la que ya
solamente se puede admirar, difícilmente ver y casi imposible tocar.
Gracias por asistir a esta exposición exclusiva. Él cumplió su palabra. Aquí
todo es absolutamente nuevo, excepto el artista. El artista se mantiene
intacto. Las fuentes de sus visiones son las mismas, pero solo los artistas
tienen el privilegio de poder hacer lo que él está haciendo esta tarde,
trastornar nuestra idea previa de las cosas y regalarnos siempre, a través del
prisma de los ojos, algo absolutamente nuevo.

Eusebio Leal (Historiador de la Ciudad de La Habana